
El caos vivido el 28 de abril de 2025 se recordará con un fracaso en la posibilidad de estabilizar la red eléctrica mediante energías que dependen de condiciones ambientales muy variables.
Desde hace tiempo es conocido que las llamadas energías renovables, eólicas y solares, están provocando un exceso de producción eléctrica en determinadas condiciones atmosféricas, que no puede ser estabilizado si no es con otras de carácter constante, como es el gas o la hidroeléctrica. La consecuencia de esta desmesura es, por una parte, un desajuste en la red eléctrica, y por otra que continuamente se desperdicien millones de kilovatios cuando estas industrias han de parar para no provocar colapsos en el sistema. Esto explicaría, por ejemplo, el porqué vemos eólicos sin funcionar en días de viento, o el porqué industrias fotovoltaicas dejan de verter energía a la red en horas de mucho sol.
Por el contrario, el coste ambiental de esta falta de planificación es tremendo. Se masacran los paisajes, se industrializan grandes áreas con una importante biodiversidad, se cercena el uso agrícola del suelo, se arrancan olivos centenarios o se frustran los deseos para volver a un pueblo que dejó de tener atractivos para una vida sana. Todo ello para cubrir la ambición desmedida de determinadas empresas y aprovechar las subvenciones europeas.
Por si fuera poco, estas energías apenas están surtiendo un efecto positivo en la crisis climática, la cual sigue imparable. Se ha de tener en cuenta que solo un veinte por ciento de la energía que usamos es eléctrica, y también todo el coste ecológico y de emisión de gases invernadero tanto en la fabricación como el transporte; además de los residuos que generan, con una vida útil relativamente escasa, cifrada en un par de décadas.
Da la impresión, por otro lado, que todo este despliegue sin control tiene un fin último que la ciudadanía no conoce, y que podría estar relacionado con un previsible aumento del consumo de electricidad por parte de industrias que aún no se han instalado en nuestro país de forma masiva, como son los centros de datos. Sobre esta cuestión, Ecologistas Zamora advierte de los peligros de entrar en una dinámica de espiral donde cada vez se precise un mayor consumo para justificar las inversiones.
Ecologistas Zamora solicita a la Junta de Castilla y León, y al gobierno central, una moratoria consistente en paralizar las nuevas autorizaciones de energía renovable hasta que no exista una regulación efectiva de la producción energética de esta procedencia. Esta regulación debería implicar el tope a una producción descontrolada pero también la confección de un mapa de zonas antropizadas donde estaría permitido el desarrollo de estas fuentes de energía, priorizando un sistema de producción de cercanía y comunitario, mediante el uso de espacios degradados y cualquier otro de carácter urbano, como pueden ser los tejados.
De forma distributiva y en cercanía es la mejor manera de regular la energía de forma eficiente, y este sería el único modo que permitiría hacer compatible este desarrollo con la conservación del medio ambiente.