ECOLOGISTAS ZAMORA DENUNCIA LA DESTRUCCIÓN DEL PAISAJE EN SANABRIA POR PARTE DE AYUNTAMIENTOS Y JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN

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Con la construcción para uso fotovoltaico de uno de los polígonos industriales más grandes de España en plena comarca de Sanabria, dentro de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica, se cumple el monumental despropósito de justificar la transición energética eliminando paisajes de enorme valor cultural y ecológico.

El polígono, que consta de varios recintos, todos ellos vallados y comunicados por kilométricas pistas, es un caso evidente de fragmentación, pues aunque cada uno de los recintos no supere los 50 Mw: “Ribadelago” con 49,95 Mw y 42,79 Mw, y “Sanabria”, con 49,95 Mw y 42,79 Mw, lo cierto es que en su conjunto podríamos estar hablando de una cifra cercana a los 200 Mw de potencia, por lo que no hubiera correspondido a la Junta de Castilla León aprobar este mega proyecto. Todo ello sin contar la ya aprobada por el Ministerio de Transición, en Asturianos, y que comparte subestación, la denominada “Valentina Solar”, de 60,4 Mw. Cuando la de Asturianos se construya, podremos hablar de un ataque brutal sin precedentes, al situarse en otro de los valles más valiosos e intactos de la comarca desde un punto de vista paisajístico y ambiental.

Estamos, y esto se puede ver a simple vista, ante una obra faraónica en la que quedarían afectadas más de 300 hectáreas de una u otra manera, con la construcción no solo de las plantas sino de una nueva línea de alta tensión, una subestación y las consiguientes carreteras de acceso y “zonas de protección” de las instalaciones. Dentro de una zona habitada por especies protegidas -una de las mejores zonas loberas de Europa- y a escasos metros de áreas catalogadas de especial protección, LIC y ZEPA. Además, hay que tener en cuenta que en las cercanías de todo este complejo se sitúa el castro de la Torrecilla.

Esta infraestructura se puede ver desde muchos kilómetros, desde todo el cinturón montañoso provincial, y genera un enorme impacto visual. Provoca, además, un efecto de fragmentación del hábitats para los vertebrados terrestres, acumulativo con las infraestructuras existentes, impidiendo el necesario tránsito de la fauna, factores denunciados por Ecologistas en su día y que la Junta ha despreciado.

Resulta inadmisible que el ayuntamiento de Palacios de Sanabria, usando terrenos de uso comunal pertenecientes a Otero de Sanabria, haya vendido el patrimonio del municipio al mejor postor, privando a generaciones futuras de una riqueza medioambiental incalculable. Pero es aún más grave que el Servicio Territorial de la Junta de Castilla y León lo haya autorizado con tanta celeridad, atendiendo a unos criterios de utilidad pública que van en contra de los intereses de la provincia de Zamora y de la propia Comunidad castellano leonesa.

No es cierto que estemos ante una zona sin valor ecológico alguno. Para la construcción, además de brezales de interés comunitario, se han arrancado robles de más de 150 años, en contra del sentido común pero de acuerdo con unas “restricciones” de la Junta que permitían la aniquilación de hasta 400 pies por hectárea. Sin embargo, las más graves consecuencias de este ataque sin precedentes a la biodiversidad podrían llegar una vez terminadas de colocar todas las placas, pues se desconoce cómo reaccionará la fauna -en especial las aves- ante esta nueva y colosal barrera de espejos.

No ha habido piedad con el pueblo de Otero de Sanabria, que se queda sin gran parte de su patrimonio cultural y paisajístico, en una zona ya de por sí muy maltratada ya por un embalse, una carretera nacional, una autopista, una línea de alta velocidad y dos líneas de alta tensión más.


Es absurdo destruir el medio ambiente con la excusa de construir un sistema eléctrico renovable
 que pueda luchar contra el cambio climático. Y es vergonzoso que a estas construcciones se les llame “Ribadelago” o “Sanabria”. La misma línea de alta velocidad ofrece espacios antropizados suficientes como para instalar fuentes de energía equivalentes a la del polígono en construcción. En las laderas de los bancales donde se sitúan las vías, por ejemplo.

Ecologistas Zamora no está en contra de la energía renovable, pero sí en contra de despropósitos que, supuestamente, se llevan a cabo sin escuchar a las partes afectadas, sin escuchar a los expertos en medio ambiente, sin dar cuentas a la UNESCO -que es la que gestiona el espacio simbólico de la Meseta Ibérica- y sin escuchar, desde luego, al propio paisaje y a la naturaleza. La energía renovable puede ser clave para la lucha contra el cambio climático, pero cabe recordar que la energía eléctrica solo supone entre un 20 y un 25 por ciento del total, y que dadas las características de intermitencia de la energía solar, ni siquiera este porcentaje podría cumplirse nunca al completo. Además, hay que tener en cuenta la fecha de caducidad: de 20 a 25 años, y la incertidumbre de su futuro desmantelamiento.

Deberíamos preguntarnos, con todo eso, si no hay otras formas mejores y más sostenibles de lograr autosuficiencia energética con un mínimo respeto hacia todo lo que nos rodea, más cuando uno de los grandes retos del siglo XXI es la lucha en favor de la biodiversidad. Sinceramente creemos que arrasar con toda la vegetación, dejar el terreno muerto y acabar con los bienes naturales de los municipios es un precio demasiado alto a pagar para a cambio llenar las arcas municipales de ayuntamientos sin escrúpulos.

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